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Cada palabra tiene un propósito

¿Has sentido, en alguna ocasión, como una palabra positiva te reconfortaba y otra negativa te dañaba? Seguro que sí pues la palabra tiene un alcance mayor que la mera información.

Las palabras no solamente  son importantes porque explican nuestras experiencias, difunden nuestros conocimientos y  comunican nuestro mensaje. Las palabras son importantes en tanto en cuanto hay “otro” que las escucha y  les da un valor pues confirma que existimos.

A lo largo de estas líneas reflexionaremos sobre el uso que damos a las palabras, de qué manera nos afectan y por supuesto, nos acercamos a la Gramática de la Fantasía de Rodari para jugar con ellas.

Más allá de las palabras

Si entendemos la palabra  como la mínima unidad significativa, como la definió Aristóteles, observamos que es una secuencia de sonidos articulados que se pueden representar gráficamente con letras y por lo general, está asociada a un significado.

Precisamente es el uso de la palabra una de las particularidades  que nos diferencia de los animales ya que como seres humanos evolucionados tenemos la capacidad de comunicarnos a través de la palabra. 

Sin embargo, reducir el significado de  la palabra a esta definición la despoja de una parte importante de su naturaleza, la intención. Es por eso que debemos ir “más allá de las palabras” para comprender el propósito implícito del que las emite o escribe.

Así pues, las palabras no son simples vibraciones del aire, las palabras tienen consecuencias; tienen el poder de animarnos o de hundirnos, de sanarnos o herirnos, entre otras cosas.

Las palabras  son por lo tanto, un vehículo para transportar sentimientos, emociones o pensamientos y su efecto sobre las personas puede ser impresionante.

¿Qué hay detrás de las palabras?

La palabra ha sido siempre considerada el mayor ‘contenedor’ de significado pues encierra parte de la historia y la cultura de la sociedad; pero también incluye la forma de ver el mundo o las creencias de los hablantes.

La misma palabra tendrá significados diferentes según el país en el que se diga y la experiencia de la persona que la emita o escuche. La realidad de cada persona,  producto de su experiencia, educación y cultura; se integrará en los valores, juicios y creencias asociados a cada palabra. 

Por ejemplo, la palabra fresa tiene diferente significado según el país en el que se diga. En España se asocia a un fruto comestible, mientras que en otros países hispanohablantes puede ser  un joven adinerado con acento pedante y que suele despreciar las costumbres; la vagina o un persona homosexual.

Junto a estas diferencias culturales y experienciales hay que añadir la intención con la que se dice. Tras toda palabra hay un propósito que no siempre es consciente e incluso, en algunas ocasiones, es desafortunada.

Lo que está claro es que la elección de las palabras que utilizamos depende de cada uno de nosotros; así como también depende de la intención con las que las escojamos. 

Debemos utilizarlas con respeto pues no solo sirven para entender la realidad de las cosas, las palabras también modifican estados emocionales y con ellas se puede engañar, deformar o falsear esa realidad. 

Así pues debemos tener cuidado al utilizarlas.

palabras y su propósito

Las Palabras dejan huella

El poder de las palabras es enorme y tiene una gran influencia en nuestro cerebro, en nuestro organismos y en nuestro bienestar; su impacto perdura en nuestro pensamiento y en nuestro corazón durante mucho tiempo.

En ocasiones, esta secuencia de sonidos articulados afecta a la conducta e incluso daña a las personas que las escuchan; por lo tanto, está influyendo de forma directa en su vida.

Si además, estas palabras son emitidas por una persona que te importa tienen mayor repercusión. 

A mí, por ejemplo, cuando alguien a quien aprecio o quiero, me “arroja una palabra desafortunada” me afecta profundamente, tanto a nivel de sentimientos como de pensamientos, y mi respuesta, en estos casos, no es la más adecuada pues está repleta de resentimiento y dolor. 

Hay un gran poder oculto tras cada palabra que puede ser perjudicial o provechoso, somos nosotros y nuestras elecciones los que marcarán la diferencia.

Ten claro que a las palabras no se las lleva el viento, permanecen en la memoria y en el corazón  durante mucho tiempo. Todo lo que decimos queda dicho; sin embargo, pocas veces ponemos cuidado en lo que decimos o cómo lo decimos.

La magia de las palabras

Imagínate que tienes una varita mágica que te da el poder de modificar los estados de ánimo de tus semejantes. 

Esa varita son las palabras. 

¿Qué podrías hacer con ellas?

Seguramente muchas cosas, teniendo en cuenta, como indican en diversos estudios  los investigadores Andrew Newberg y Mark Waldman,  las palabras que utilizamos, tanto si se dicen en voz alta como si solamente, se piensan, tienen un impacto en el cerebro, ya que, literalmente, lo transforman.

Como la respuesta es ilimitada, nosotros vamos a destacar cinco cosas positivas que podemos obtener con nuestras palabras pues de negatividad ya estamos servidos. 

Pero estoy segura de que tu encontrarás muchas más. 

  • Evocar emociones
  • Minimizar el miedo
  • Animar
  • Guiar
  • Dar esperanza

Además de todo esto, también sirven para jugar y dotar a los más pequeños de un recurso indispensable para su comunicación que bien utilizado, le servirá para mantener relaciones sanas.

Rodari y el juego con las palabras

El gran Giovanni Rodari, uno de los pedagogos más importantes en Italia, postula por el juego con las palabras para, entre otras muchas cosas, desarrollar la creatividad del lenguaje.

Para tan importante tarea, los peques “se deben aproximar a ellas sin temor, abordando la naturaleza fonológica, semántica y sus posibilidades sintácticas”. 

En su libro la Gramática de la Fantasía revela algunos métodos para inventar historias para niños y de ayudar a estos a que las inventen por sí mismos.

Se trata, dice el divulgador de la nueva pedagogía, de utilizar las palabras como fuente de inspiración ya que cada una tiene la facultad de atrapar momentos y cuando esos instantes son muy intensos,  funcionan como anclaje para recuperar ese tiempo.

Por ejemplo, la palabra Playa, cuando decimos esta palabra inmediatamente la asociamos con olores, sabores, imágenes que funcionan como una llave  para evocar recuerdos de nuestras experiencias en la playa.

Pues bien, se trata de esto precisamente, de utilizar palabras para recuperar historias, compartirlas y entre todos, crear una nueva.

A la hora de escoger los diferentes elementos de la historia, puedes servirte de la plantilla incluida en nuestra “Guía gratuita para escribir un cuento”

Puedes, también, disfrutar con los juegos que hemos incluido en una de nuestras guías  en Instagram.

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